¿Acaso de veras se vive con
raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Nada es para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Cantares
mexicanos, texto atribuido a Nezahualcóyotl
Nunca había escuchado la supuesta teoría cósmica
sobre Pakal el Grande (603-683 d.C.) que surgió a partir de que algún curioso
se puso a analizar, de forma horizontal, la tapa de su tumba en la que tradicionalmente
(de manera vertical) se observa al soberano en una representación simbólica típica
maya pero que al hacerlo de forma horizontal, presenta a un Pakal supersónico montado
en lo que pudiera ser una motocicleta espacial, con los pies sobre pedales y las manos sujetando controles
de mando de alta tecnología.
La verdad es que la imagen futurista resulta bastante
clara y verdaderamente interesante. Lo primero que vino a mi mente fue la película
Interestelar (2014) de Christopher Nolan. Imaginé al gran Pakal observándonos desde otro plano y
escuchando todo lo que los guías dicen sobre él mientras trata de decirnos que la
imagen de la nave supersónica sí es lo que fue y lo que será; que el tiempo es
y no es (al igual que la muerte).
Recordé su increíble máscara de jade (Museo de Antropología) y pensé que son ellas, las máscaras, un limbo tangible entre
la muerte y la vida, sopor entre lo natural y lo sobrenatural, objetos maravillosos
que trascienden y dan fe de lo atemporal, de lo indestructible de la
energía.
Las máscaras descansan sobre historias que arden
debajo de ellas y que se liberan en todos los tiempos... aquellos que están
siendo.